martes, 18 de enero de 2011

Valonsadero



Declarado Zona Natural de Esparcimiento cuenta con 2.793 hectáreas de monte, praderas y vegas


Cómo llegar: tan solo 8 kilómetros separan a la capital del Monte Valonsadero. Para llegar hay que coger la carretera N-234 dirección Burgos y un desvío a mano derecha nos acercará a Valonsadero.

El Pico Frentes vigila un robledal magnífico. Al fondo, Cebollera y Urbión inclinan sus testas nevadas para hundirse en las vegas y las rocas.

Nubes miopes vigilan la entraña de un monte célebre en la geografía soriana. Su nombre es Valonsadero, y se ha quedado impreso -como un calco repetido de orgullos compartidos-  en la retina y las vanidades.

Porque el verde y el gris de esta dehesa inundada de rebollo y salpicada de álamos, vacas, vaguadas y cañadas, se ha pintado de costumbre y memorias colectivas.

Entra dentro de la entraña y la patria chica, del Monte cercano que sanjuanea y marcea -el verano le trae fiestas y la primavera explosiones-, forma parte del corazoncito y el terruño...

A Valonsadero le cantan los sorianos y se les llena la piel de barrancos y peñas, mientras la dehesa capitalina se extiende en casi tres mil hectáreas de monte público.

Cuatro rutas señalizadas, de cinco a ocho kilómetros de longitud, atraviesan a pie buena parte de esta geografía policromada y unida a la ciudad de Soria por carretera, caminos y carril-bici.

Un recorrido rupestre viene a completar tesoros en cuevas y abrigos.

Hay rebollos centenarios, rocas, alamedas, setas, meriendas, sitios donde comer al aire y a la vista, porrones de cerveza, fiestas de San Juan con chiringuito y toros... la vida en fin, de un monte por antonomasia que sigue registrando, como un barómetro discreto, buena parte de la vida soriana.





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