CULTURA
Al hablar de la cultura en Valdegeña, como en la mayor parte de los pueblos de la provincia, debe hablarse de la cultura de ayer, cuando la comunidad municipal tenía cuerpo suficiente para desarrollar costumbres, tradiciones, leyendas, oficios, fiestas...Hoy prácticamente todo es ya material en la memoria colectiva con algunas reminiscencias que perduran: la vieja fragua, la fuente vieja, el lavadero, el pilón, el apeadero, el rosario de los velatorios, los entierros, la hoguera de navidad...
Artísticamente el templo parroquial lo contiene todo lo más significativo, destacando su pórtico románico puro, la pila del agua bendita y el ábside de transición al gótico, la pila bautismal y el valioso retablo que la decora -merecedor de restauración y mayor cuidado- Igualmente válida la imagen de la Virgen del Rosario, estando documentada su autoría y costo según hallazgo reciente de Antonio Lucas Martínez. Y por supuesto, la cruz procesional.
En la ermita de la Virgen de Gracia todo es discreto, salvo el interesante hallazgo, al pavimentar la calle frente a la antigua Casa Consistorial, de un cementerio medieval que ahí perdura enterrado una vez estudiado por Teógenes Ortego.
La arquitectura civil presenta media docena de buenos ejemplares de casa rural castellana, siendo el más destacado el de los Delsos, en la Plaza Vieja. Igualmente hay buenas muestras de dinteles con elementos figurativos alusivos a las actividades -labranza y pastoreo- de los propietarios (Casa del Barrioalto que habitaron los últimos los citados Silvestre y Mercedes) o con textos expresivos (Casa del tío Secundino y, sobre todo, versos en el dintel de la casa de Eustaquio Hernández y Milagros Lucas).
El idioma castellano hablado en Valdegeña, siendo extraordinariamente preciso y puro, añade la connotación de poseer algunos términos originales no consignados oficialmente en diccionarios, así como vocablos y expresiones propios del área aragonesa-Navarra con las que tiene frontera.
Los oficios artesanos -junto a la agricultura y el pastoreo- crearon toda una gama de costumbres y enseres que están minuciosamente reseñados en las memorias de Francisco Lucas Delso (zapateros, cabreros, estañadores, carboneros, herreros, esquiladores, cacharreros etc, etc, etc)
La religión dio lugar igualmente a una prolija sucesión de fiestas y celebraciones, estrictamente religiosas unas, otras mixtas entre la religión y el folclore (De entre éstas a destacar el canto del rosario de la aurora, con guitarras y bandurrias. Existe un interesantísimo cantoral del siglo pasado con las letras correspondientes a cada día del año en que se cantaba la aurora. De la música no se ha podido recoger memoria, pero es posible que aún se pueda llegar a tiempo si se habla con el señor Enrique.)
En este mismo orden de cosas existen tres cancioneros más, copiados de manuscritos que se conservan, conteniendo diferentes canciones de tipo religioso, especialmente señaladas las de la semana santa. De estos sí queda memoria de la música, que aún en buena parte se canta. Otras canciones festivas, propias de rondas, bailes, petición de aguinaldos etc quedan en la memoria de las gentes, habiendo grabado el grupo Trovadores de la Paz, de Ólvega, una muy hermosa de petición de limosna por las mozas a los mozos
Los festejos relativos a bautizos y bodas -el padrinazgo, el piso, el rosario de los mozos...- además de pertenecer al patrimonio personal de los habitantes, están volviendo a ser recuperados por las nuevas generaciones que vienen a bautizar aquí a sus hijos o a casarse.
Algo similar ocurre con el rito de entierros y el rezo del rosario de velatorio incluso por difuntos del pueblo que mueren lejos del pueblo.
Las costumbres de los diversos festejos del ciclo del año -invierno, primavera, verano, otoño, cuaresma, semana santa, fiestas patronales, esquileo, matanzas, siega, siembra, suelta-cuidado y recogida del ganado, caza, pájaros, medicina natural, misiones, leyendas, noche de difuntos, cuentos, historias de lobos, aparecidos, crímenes, picias de chicos, ir a la escuela, chanzas de lavadero, juegos etc, etc, están espléndidamente recogidos en las citadas memorias, merecedoras de una sencilla edición por parte de alguna institución o por escote de los propios hijos del pueblo, ya que difícilmente se hallará un pueblo tan pequeño y tan variada y hermosamente contado como el nuestro.
En torno a estos libros y otros trabajos del autor, desde hace años, la comunidad escolar soriana y castellana vienen realizando diversas actividades didácticas y culturales en Valdegeña, dejando la impronta de inscripciones alusivas en cerámica, murales, bajorrelieves y estatuas que en la actualidad embellecen las calles y fachadas de numerosos edificios. Destacan especialmente entre ellos el mural "Valdegeña también es mi pueblo", el bajorrelieve "Silvestrito" y la estatua "Chico de pueblo", del artista Carlos Colomo, instalados a raíz de la concentración escolar de 600 niños de la provincia en mayo de 1999.
Avelino Hernández
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